La contractual nace de un contrato incumplido: una parte no hace lo pactado o lo hace mal y debe responder por daños y perjuicios. La extracontractual surge sin contrato, cuando alguien causa un daño por acción u omisión y debe repararlo. En ambos casos hay que acreditar hechos, nexo causal y cuantía del perjuicio.

La vía procesal y la prueba cambian según el origen del daño. En contractual, el punto de partida es el contrato y su interpretación; en extracontractual, la clave suele estar en hechos, culpa y relación causal. Estudiamos tu caso para elegir la estrategia probatoria adecuada y maximizar el resultado.

Sí. Un burofax con certificación de contenido y acuse deja constancia de tu reclamación, interrumpe plazos de prescripción en muchos casos y muestra voluntad de resolver. También fija una posición clara que luego facilita la condena en costas si el contrario litiga sin razón.

Además, ayuda a encauzar acuerdos serios: proponemos términos concretos y plazo de respuesta. Si no hay contestación o es negativa, tu postura queda mejor armada para el juzgado y puedes demostrar que intentaste evitar el pleito.

Trabajamos con presupuesto cerrado por fases y te explicamos posibles costes adicionales (procurador, peritos, tasas si proceden). Tendrás claridad económica antes de iniciar cada paso.

Sobre costas, el criterio general es que las pague quien pierde, aunque existen matices según la materia y el resultado. Te explicamos escenarios y probabilidades para que decidas con información completa y sin sorpresas.